sábado, 7 de marzo de 2015

Acción Política



I. LA ACCIÓN POLÍTICA 

Las juventudes españolas, como sujetos históricos de la revolución nacional, tienen sobre todo que elegir, sin posibilidad de opción, como campo y teatro de su presencia, éste: la acción política. Y ello, nunca para incrustarse en sus banderas actuales ni para servir lo más mínimo los problemas que en ella se planteen, sino con esta doble finalidad: primera, apoderarse de las zonas rectoras, donde en realidad se atrincheran los poderes más directamente responsables de la inercia hispana; segunda, acampar en el seno mismo de las eficacias populares, en el torbellino real de las masas. 
No es, pues, en la ciencia, en la religión, en la sabiduría profesional, en el culto doméstico, en el deporte, donde la acción y la presencia de las juventudes debe manifestarse en esta coyuntura anómala de la Patria: ES EN LA ACCIÓN POLÍTICA. Aquí tienen que confluir los bríos, considerando aquéllas otras cosas como valores que en este momento deben subordinarse a los propósitos de la revolución nacional, objetivo en el fondo de índole política, y reconociendo que aquellos son inoperantes, parciales, e inadecuados por sí solos para las tareas históricas que hoy nos corresponden.

España no recobrará su gran destino ni los españoles recobrarán su vida digna, CON RAPIDEZ Y URGENCIA, por el camino de la sabiduría, ni por el de la misión religiosa ni por el de la preparación profesional ni por el hecho de que todos seamos buenos deportistas. Todo eso, AUN LOGRADO, podría muy bien convivir con la desgracia histórica de España, con su servidumbre, con su disgregación y con su esclavitud internacional. 

El timón de la rapidez, de la urgencia es el que permita desarticular y vencer el poder político dominante, sustituirlo, y emprender con las masas españolas la edificación y conquista histórica de la Patria. Eso requiere ir a la acción política, aun con el propósito evidentemente de reducir a cenizas la política partidista, mendaz y urdidora de desastres. 

Presentar a las juventudes el camino de la acción política es mostrarle el lugar concreto donde reside el timón histórico que ellas precisamente necesitan, donde está —y en manos ineptas, insensibles o traidoras— el trasmutador eléctrico, mediante el que se dan los dramáticos apagones o se encienden y abrillantan las rutas históricas. 

No hay escepticismo peor ni doctrina más perniciosa e impotente para las juventudes que el caer en el apartamiento, la desilusión y el desprecio inactivo por las movilizaciones y eficacias del linaje político. Quienes las adopten se condenan sin remisión a un limbo permanente, a una eterna infancia de imbéciles y de castrados. 

La primera preocupación estratégica es, pues, la creación de un órgano de acción política, bien acorazado para resistir las sirenas, para despreciar los contubernios y para dar el golpe definitivo al artilugio político de los partidos en que se basa y apoya el Estado vigente. A la política, pues, no en papel de rivales de estos o aquellos partidos, sino en rivalidad permanente y absoluta con el sistema entero. Política contra las políticas. Partido contra los partidos.

II. ACCIÓN DIRECTA 

Que las juventudes tienen que adoptar una táctica de acción directa, es decir, una moral de desconfianza hacia todo lo que no proceda de ellas y una decisión de imponer por sí mismas las nuevas normas, es algo en realidad incuestionable.  

Eso va implícito en la actitud que antes hemos dicho corresponde a nuestros jóvenes: la actitud del soldado. El soldado practica siempre la acción directa, y es por su propia calidad, el único que la representa en toda su gran fecundidad y relieve moral.
Las juventudes son asimismo, como sector social, las únicas que imprimen a la acción directa, no un sentido particularista, de exacerbación y desorbitación de una clase, sino el carácter íntegramente nacional y humano, la justificación profunda de su violencia para con los valores parásitos y para los intermediarios provistos de degradación. 

La acción directa garantizará a nuestras juventudes su liberación de todo mito parlamentarista, de todo respeto a lo que no merece respeto, de toda posternación ante ídolos vacíos y falsos. Pues se verá siempre en peligro, al aire, en plena vida ascética y de gran dimensión emocional, de gran potenciación histórica. 

En la práctica de la acción directa se efectúa además algo que en nuestra Patria es urgentísimo: la posible aparición y selección de las nuevas minorías rectoras, procedentes de las masas, surgidas de ellas y sustituidoras, por propio y auténtico derecho de conquista, de las minorías tradicionales o procedentes de los partidos y sectas políticas dominantes. 

La acción directa no es siempre ni equivale a la violencia armada. Es en primer lugar la sustentación de una actitud de ruptura, de una moral de justicia rígida contra la decrepitud o la traición, de una confianza plena, totalitaria, en lo que se incorpora y trae. 

La violencia, la ruptura, tendrá en nuestras juventudes, como realizadoras e impulsoras de la revolución nacional, un eco profundo de realización moral, de heroísmo, de firmeza y de entereza. 

Precisamente por ello cabe adscribir tres justificaciones, tres dimensiones a la violencia de las juventudes, de las cuales una sola, cualquiera de ellas, bastaría y se autojustificaría de modo suficiente: 

a) Como valor moral de ruptura, como desprendimiento y rebelión contra valores decrépitos, traidores e injustos. 

b) Como necesidad, es decir, como principio obligado de defensa, como táctica ineludible en presencia de los campamentos enemigos (España está hoy poblada de verdaderos campamentos, en pie de guerra). 

c) Como prueba, como demostración de entereza, de capacidad y de la licitud histórica que mueve a los soldados de la revolución nacional.

Estas justificaciones vedan a la acción directa de las juventudes de toda caída en el crimen, en el bandidaje y en la acción política vituperable, que es la que va siempre ligada a un signo individual, anárquico y de pequeños grupos visionarios. 

 Por Ramiro Ledesma Ramos.

Extraído por SDUI de: "Discurso a las juventudes de España"

No hay comentarios:

Publicar un comentario