jueves, 19 de marzo de 2015

La Hora de los Pueblos




Decía Perón, hace exactamente cuarenta y cuatro años: “el despertar de una nueva consciencia social en marcha hace pensar que si en la etapa industrial fue posible la explotación del hombre y de los pueblos sometidos al colonialismo imperialista, en la etapa postindustrial, que ya se anuncia, no será posible seguir con semejantes métodos y sistemas… comienza ya “la hora de los pueblos”, caracterizada por la liberación de las naciones del yugo opresor de los imperialismos como por la supresión de la injusticia social” Esto es precisamente lo que caracteriza la coyuntura mundial por la cual ahora estamos atravesando: el resurgir de las Patrias y los Pueblos. La desglobalización avanza por los Nacionalismos Sociales Identitarios que los Pueblos están tomando instintivamente para ganar su Libertad, Justicia y Soberanía. No fue frenada la globalización por aquellos grupos neo-marxistas que se dedicaban a realizar disturbios en los alrededores de las convenciones del G-7 o del FMI en los ’90, porque esos grupos tan solo pretendían oponer a una globalización otra globalización de signo supuestamente distinto. Al fuego se lo apaga con agua, no con mas fuego; de aquí que la verdad sea que a la globalización, es decir: al internacionalismo, solo se le pueda combatir y vencer mediante su fuerza contraria: el nacionalismo. Y doy por sentado aquí que el lector entenderá a qué me refiero cuando digo nacionalismo; porque no hablo yo acá de “derechas” o “izquierdas”, ya que el nacionalismo en verdad va mucho mas allá de estos rótulos. Por el contrario, el verdadero signo de este tiempo es el Nacionalismo Social de los Movimientos Identitarios que naturalmente están naciendo del seno de los Pueblos. Movimientos que se manifiestan de modo tal que pasan por encima de cualquier definición ideológica del pasado. Debe ya comprenderse esto: las ideologías decimonónicas han muerto. Ya fueron aplicadas y han fracasado. Esto es un hecho del cual la estructura mental del común de la gente aun no da cuenta, debido sobre todo por el achatamiento masivo del intelecto que el Poder Mundial realiza mediante la televisión y la prensa a su servicio. Sin embargo, las “estructuras mentales” no cuentan para la “fuerza de los tiempos”, ya que esta última responde a lo fáctico. De todo esto resulta que, más allá de los rótulos, el Nacionalismo Social Identitario está surgiendo en todos aquellos sitios donde los Pueblos se rebelan contra la homogeneización y la explotación mundialista. Venezuela, Rusia e Irán son tres ejemplos de este resurgir de las Naciones:

• Venezuela: Casi todo el mundo piensa que Chávez es “marxista”, siendo la verdad que se trata de un caudillo nacionalista. Si bien es cierto que en Venezuela se apela mucho al “marxismo” como fuente ideológica, esto se hace desde un reconstruccionismo tal que, a fin de cuentas, resulta ser su más profunda negación. En Venezuela el marxismo es un ropaje, no una realidad: es una etiqueta “políticamente correcta” que ha tomado el chavismo a partir del escándalo Ceresole que atravesó el país a comienzos de su “Revolución Bolivariana”. Norberto Ceresole fue sin dudas quien mejor ha interpretado la geopolítica del mundo posterior a la guerra fría y el único que ha erigido un esquema de posicionamiento coherente para Hispanoamérica en este nuevo mundo. Este geopolítico argentino ejerció una gran influencia en Hugo Chávez, fue su mentor ideológico y su compañero de luchas desde 1994 hasta su ascenso a la presidencia en 1999, pero a apenas un mes de haber subido Chávez al poder cayó en desgracia; esto se debió a cuatro factores: la presión del sionismo internacional que tenia marcado a Ceresole, la presión de Cuba a través del venezolano marxista Vicente Rangel, la presión norteamericana a través de la oposición oligárquica venezolana que se valió del estigma de “nazi-fascista” con que enrostraron al argentino para así ensuciar a Chávez y, por último: la incontinencia verbal y el afán de protagonismo del mismo Ceresole lo cual no hizo mas que allanar el terreno a las tres operaciones antes descriptas. Puestas así las cosas, en el mismo inicio de la “Revolución Bolivariana” y, por ende, en el momento de su mayor debilidad, es que Chávez suelta la mano de Ceresole y este es deportado de Venezuela por orden del marxista filocubano Vicente Rangel (por entonces canciller) tras dos semanas de escándalo mediático (18). Fue así que el chavismo giró a la izquierda, tomando una vestimenta “socialmente aceptable” para el Poder Mundial, el cual a partir de estos sucesos creyó ver en Chávez alguien controlable… mas no tardaría el líder venezolano en demostrar lo contrario: la nacionalización del petróleo y la geopolítica latinoamericanista y antiimperialista que tomó Venezuela quitaría al establishment mundialista su ilusión al respecto. El pilar fundamental de la Revolución Bolivariana es la identidad latinoamericana, y no existe nada mas ajeno al sentir latinoamericano (del cual Venezuela es un representante arquetípico) que el materialismo ateo, puramente economicista, de Marx. Por eso no es llamativo que en Venezuela todos los partidos auténticamente marxistas se opongan a Chávez. El socialismo bolivariano es un socialismo identitario fuertemente apoyado en el profundo catolicismo de la cultura caribeña. No me refiero aquí a una raigambre eclesiástica, sino cultural-religiosa, ligada al cristianismo románico primitivo que trajo a América la colonización española. Chávez mismo es un convencido creyente que suele hacer apariciones televisivas con la cruz en la mano. Su antiimperialismo se nutre de la aversión que la Sudamérica latina y católica siente por la Norteamérica anglosajona y protestante. La Norteamérica calvinista ama a los ricos y poderosos en tanto la Sudamérica católica ama a los pobres y desamparados. Son polos opuestos, dos mundos de esencia distinta, de valores enfrentados, que se desconocen y rechazan. Al socialismo chavista no hay que buscarle sus raíces en el clasismo marxista, sino más bien en una especie de redencionismo cristiano primitivo. Es decir: la Revolución Bolivariana no tiene en esencia ni un solo punto de relación con el racionalismo materialista cosmopolita que es nexo común entre liberales y marxistas. Aunque no lo digan, sus fortalezas son de raigambre ceresoliana, pero también lo es su debilidad: el pragmatismo ceresoliano y su principio de concentración del poder, es decir, el personalismo, es la mayor flaqueza de la Revolución Bolivariana. Hoy Chávez está gravemente enfermo y aun así se niega a soltar las riendas del poder incluso cuando es intervenido quirúrgicamente o esta convaleciente, lo cual demuestra su necesidad de actuar de tal modo. Esto se debe a que (como ya decía Ceresole allá por los inicios de la constituyente venezolana en 1999) el chavismo no es un movimiento sino un caudillismo. Hoy los hechos parecen confirmar con vehemencia que el chavismo no podrá sobrevivir a Chávez y que, a partir de esto, si Chávez fallece Venezuela caerá de lleno en una lucha solapada entre Cuba y los EE.UU. por la preeminencia en el país caribeño (para EE.UU. el petróleo venezolano es de fundamental importancia, en tanto para el régimen de Cuba es cuestión de vida o muerte) Lo mas grave es que esa lucha probablemente devenga en enfrentamiento armado, lo cual produciría una grave desestabilización en el continente sudamericano. En un escenario semejante, muy posiblemente EE.UU. se valdría de Colombia para recuperar su control sobre el petróleo y la política venezolana, lo cual acarrearía el muy serio peligro de que en Sudamérica se repita el escenario de las denominadas “primaveras árabes” en cercano oriente, con todo lo que ello implica: guerra civil, caos, muerte y “bombardeos humanitarios” Otra opción para el Departamento de Estado sería mantener un chavismo sin Chávez, vacío de contenido, que le asegure a los EE.UU. el control total del petróleo, pero, repito, el factor Cuba (y, también, las FARC) lo haría prácticamente inviable, por lo que lo mas probable es que una hipotética muerte de Chávez lleve a Venezuela a un estado de anarquía que pondrá a la región en el centro de la mira de las intervenciones mundialistas mediante sus guerras de cuarta generación.

• Rusia: El advenimiento de Vladimir Putin al gobierno de Rusia implica el retorno de dicho país a sus originales cauces históricos: el restablecimiento de la ruta de la seda mediante la conformación del bloque eurasiático. La reivindicación rusa ante el avance mundialista parte (como no podía ser de otro modo) de su fuerte identidad nacional, cultural y religiosa. Rusia posee una religión propia y una cultura de mil años. Geopolíticamente es el “Heartland” del que hablaba Sir Halford Mackinder, el “pivote geográfico de la historia” sin el control del cual el establecimiento del imperio mundial es imposible. La globalización fue detenida por el renacimiento ruso, en esto no cabe ningún tipo de duda. De lo que se debe cuidar Rusia es de no anteponer al imperialismo otro imperialismo. Su lucha hoy es de liberación, pero mañana puede tomar formas expansionistas. La triste experiencia de las naciones que cayeron bajo su órbita en el periodo soviético, el recuerdo del horror de esa oscura época, es lo que mas conspira contra la conformación de Eurasia. Putin debe aprender a colocarse como referente máximo en la liberación de las naciones y no como un paneslavista. Del camino que tome Rusia depende el futuro del mundo.

• Irán: El caso de Irán es excepcional por el hecho de haber sido el único segmento importante del mercado mundial que pudo mantenerse al margen del proceso globalizador imperial que siguió a la caída de la URSS. Esto fue posible gracias al socialismo teológico de su Revolución Islámica. En palabras de Norberto Ceresole: “La revolución islámica, dirigida en Irán por el Imam Jomeini, no se asemeja a ninguna revolución anterior. Durante el curso de la historia existieron revoluciones dispuestas a cambiar un régimen político, revoluciones sociales orientadas por los miserables contra los poderosos, revoluciones nacionales dirigidas contra un opresor colonialista. La revolución iraní lo contiene todo: ella es política porque puso fin a la tiranía del Sha, ella es social porque liberó a las masas oprimidas por una oligarquía de la riqueza, ella es nacional porque hizo revivir una de las más viejas y más bellas culturas del mundo contra la idolatría del dinero, impuesta con el Sha y el neocolonialismo norteamericano. Pero la revolución iraní tiene una significación inédita: ella cuestiona y transforma no solamente un régimen político y social neocolonial sino, más allá de él, toda una civilización, toda una concepción del mundo y de la vida. Fue hecha contra esa religión que no osa decir su nombre, pero que se llama monoteísmo de mercado, y que pretende regir, en el mundo entero, todas las relaciones sociales y humanas, bajo la dirección de los Estados Unidos de América. Contra la idolatría del dinero, el pueblo iraní, guiado por el Imam Jomeini hizo triunfar la revolución en nombre del Islam. Es decir, de la sumisión a Dios, que es el principio de toda fe, ya que Dios, como dice el Corán, 'a transmitido su espíritu en el primer hombre', recordando, al mundo entero, su vocación primera, que es su vocación divina. Es por ello que la revolución iraní provoca la ira de todos aquellos en los que prima el sentido del 'crecimiento', no del crecimiento del hombre y de lo divino que habita en él, sino el crecimiento de la riqueza para los privilegiados, y de la miseria para las multitudes, y no permitiendo, ni a los unos ni a los otros, más que un bienestar de supermercado". Irán ha sorteado con sacrificio, valor y, sobre todo, mucha habilidad, las constantes agresiones que ha recibido por parte del Poder Mundial. Fue duramente atacada en reiteradas ocasiones por diversos frentes. Apenas realizada la Revolución Islámica, mal armados y en situación de extrema vulnerabilidad, los iraníes lograron resistir con éxito la agresión de Irak patrocinada por los EE.UU. La guerra entre Irán e Irak duró diez años y fue extremadamente cruenta, se sobrepuso a ella el país persa y se alzó con la victoria. Ha sabido también Irán mantener a raya el inmenso poderío militar de Israel y poner freno a su ambición de dominio del Mediterráneo Oriental mediante el Hezbollah adiestrado por su Guardia Revolucionaria. La capacidad de combate del Hezbollah ha demostrado ser altísima y es sin dudas la milicia más avezada que existe en materia de guerra asimétrica. El Hezbollah es un brazo de la Guardia Revolucionaria iraní, la cual es a su vez una fuerza militar independiente de las tradicionales Fuerzas Armadas del país persa, en esto análoga a lo que fueron las temibles Waffen SS de la Alemania Nacionalsocialista, con el importante agregado que la Guardia Revolucionaria no se limita a fuerzas terrestres sino que también abarca marítimas y aeronáuticas, está además enérgicamente motivada no solo por valores nacionalistas, sino también religiosos, todo lo cual hace de ella una fuerza militar de Elite extraordinaria. Debido a su estratégica posición geográfica, su proyección geopolítica y su enorme producción petrolífera, Irán es centro de gravedad para el Asia central. Para tener una idea de esto baste decir que de su petróleo dependen en forma directa India y China. Su relativamente fácil control sobre el estrecho de Hormuz (paso por el cual atraviesa la mayor cantidad de petróleo del que se abastece el mundo) y su proyección inmediata sobre el Golfo Pérsico, el Mar Arábigo y el Mar Caspio, hacen de Irán el principal handicap estratégico para el proceso de dominación universal llevado a cabo por el Imperio anglo-norteamericano sionista. De esta manera la alianza geoestratégica entre Irán y Rusia se da de manera natural. Sin Irán, Rusia quedaría completamente cercada… del mismo modo pasa a la inversa: sin Rusia, Irán quedaría completamente rodeada de ejércitos enemigos contiguos, además de quedar totalmente a merced del poderío nuclear atlantista. Esta aproximación indirecta sobre Irán el Imperio Mundial lo viene realizando desde la misma caída de la U.R.S.S. El renacimiento de Rusia ha sido fundamental para la supervivencia iraní, sin Rusia hubiese caído Siria, y sin Siria Irán no hubiese podido detener a Israel en su expansión por el control del Mediterráneo Oriental. China a su vez depende enteramente del petróleo iraní para no caer bajo las garras del control imperial sobre el índico. La soberanía de China depende de la soberanía de Irán. China es contigua a India, Pakistán, Afganistán y Rusia; Irán a su vez tiene lazos con India y Pakistán, ambas potencias enfrentadas en la zona, con Pakistán lazos religiosos y con India lazos raciales. El papel de Pakistán e India en el conflicto dependerá de lo que haga uno con respecto al otro, y en esto preveo una muy posible operación del Imperio Mundial para enfrentarlas según su conveniencias (ambas son potencias nucleares, por lo que puede entenderse las consecuencias de esto).

Como podemos ver, estos tres países, arquetipos del renacimiento de los Pueblos en su resistencia al mundialismo del Imperio anglo-norteamericano sionista, se caracterizan por compartir tres factores fundamentales en común: la reivindicación nacional-cultural, social y religiosa. Esto se debe a que la globalización no es solamente la universalización del capitalismo, es también la homogeneización del género humano, lo cual es un atentado contra natura. Está en la naturaleza intrínseca del hombre la identidad. La identidad no es un armado ideológico como lo son el liberalismo y el marxismo, la identidad es una realidad inherente al Orden Natural.

El hecho es que sin identidad no hay persona. La palabra persona tiene un origen etimológico relacionado con el verbo “pertenecer”, mas específicamente en el sentido “realizar un papel”; es decir: ser “alguien” y no “algo”. Y para la mundialización no hay personas, sino “individuos”. “Individuo” significa “indiviso”, es decir, una mera unidad, un número. La globalización reduce al hombre a meras unidades indiferenciadas. Esta aberración contra natura genera entonces una reacción surgida de la naturaleza misma del hombre, de su alma, de todo su ser, que se niega a ser reducido a la categoría de objeto inanimado. Esta es la razón por la cual la globalización está destinada al más estrepitoso fracaso.

Entre la globalización capitalista y el internacionalismo comunista no hay diferencia alguna. De hecho, a primera vista podría parecer que la diferencia radicaría en que el comunismo fue un intento de homogeneización humana aun mas brutal, pero si uno presta atención enseguida caerá en la cuenta que la globalización capitalista desde la misma caída de la U.R.S.S. ha tomado de ella su metodología despótica. La globalización es la materialización exacta del “mundo feliz” de Aldous Huxley, es el capitalismo aplicado mediante métodos comunistas. Comunismo y capitalismo comparten origen y objetivo, uno y otro han sido creados como instrumentos para la dominación del orbe por parte de la oligarquía sionista. Ambos llevan la desigualdad y la explotación en su seno. Esta demencial empresa será derrotada, contra ella se levantarán los Pueblos en su autoafirmación y hambre de justicia.

La torre de babel ya comenzó a desmoronarse… de entre sus ruinas resurgirán las Naciones, las cuales ya no tendrán sus fronteras delimitadas en líneas sobre mapas, sino en ligámenes étnicos, culturales y religiosos. Se formarán grandes bloques unidos por la identidad, y estos bloques a su vez se aliarán entre sí por proyección geopolítica y necesidad geoestratégica contra el Enemigo en común. Los vientos siembran tempestades… y el Imperio ha sembrado huracanes. Hoy, fruto de la agresividad mundialista, se ha hecho realidad lo que hasta hace pocos años resultaba impensable: la unión geoestratégica entre Rusia y China. Si Hispanoamérica hoy fuese invadida, muy posiblemente se daría lo mismo; de hecho, la división geopolítica de la Sudamérica hispana es la mas artificiosa de todas las balcanizaciones realizadas por el Imperio mundialista; los nexos culturales y religiosos de las Naciones que componen a Hispanoamérica son tan fuertes que su división es una aberración antinatural. Pero esta unión geopolítica necesaria solo podrá ser realizada por el liderazgo de una potencia regional.

Por Bruno Capasso

Extraído por SDUI de: "Año XII"

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