jueves, 24 de diciembre de 2015

La Europa-estado y la Europa-nación se harán contra los USA

              Jean Thiriart en un acto de la organización paneuropea "Jeune Europe"             

La construcción europea nacida del tratado de Roma (25 de Marzo de 1957) debe conducir al Europa-Estado. Es una construcción válida, indispensable y no deberíamos rechazarla por su caracter técnico en nombre del sentimentalismo. La Europa del Mercado Común es positiva. Pero está limitada en sus ambiciones. Apunta a la puesta en marcha de estructuras estatales. Es a la vez mucho y poco. Europa no estará terminada hasta que no sea a la vez estado y nación, es decir estructuras y conciencias.

Somos históricamente los primeros, y los únicos, en haber exprimido la voluntad de realizarla. Nuestra corriente comunitarista es la fuente de donde brotó por primera vez el concepto de nacionalismo europeo. Este es esencialmente diferente, de hecho es diametralmente opuesto al de las Europas hegemónicas (Europa francesa de Bonaparte o de Gaulle y Europa alemana de Hitler) y al de la Europa de las patrias. La diferencia entre Europa-Estado y Europa-Nación es la que existe entre lo inorgánico y lo orgánico, entre la materia y la vida, entre la química y la biología, entre el átomo y la célula.

LA TRAICIÓN DE LOS OFICIALISTAS

Todos los gobiernos europeos occidentales han salido de los furgones anglosajones de 1945. Son los colaboradores de los ocupantes, directamente o por adhesión. Desde entonces las construcciones políticas europeas de los oficialistas están hipotecadas por nuestros ocupantes. La prueba de esta hipoteca, de esta traición, está por todas partes, pero de modo formal y claro en un documento oficial del “Parlamento europeo” (sic): “La Unión Europea tiene como misión la de promover la unidad de Europa”

Muy bien, perfecto. Pero un poco más abajo leemos:

“… La adopción de una política de defensa común, en el cuadro de la Alianza Atlántica, contribuyendo al fortalecimiento de la Alianza Atlántica”.

Ahí está la confesión, muy explícita. La confesión de que esta “Europa” no es más que un apéndice del imperialismo americano, porque la Alianza Atlántica es un tiburón americano rodeado de caballas europeas oficialistas. La Europa oficial no logra construirse porque está enredada en la contradicción formal, hacer una nación que al principio mismo reconoce depender de otra. Tontería, hipocresía.

EUROPA DEBERÁ HACERSE CONTRA LOS ESTADOUNIDENSES

Una nación se define particularmente en lo que le diferencia con las otras, en su estilo, en sus intenciones, en sus intereses. Aquellos que pretenden construir Europa y que simultáneamente encuentran en los Estados Unidos un modelo perfecto de sociedad, modelo que hay sólo que copiar, y que consideran que cada guerra americana es tambien la nuestra, están en contradicción con ellos mismos. ¿Porqué construir Europa si los EE.UU son perfectos? Que extiendan los Estados Unidos, sería más lógico. La camarilla de pretendidos “europeos” que cada noche se acuestan rezando hacia Washington haría mejor en proponer a Inglaterra como el estado número 51 de los Estados Unidos, a Alemania como el 52, a Italia como el 53. Porque esa es la realidad.

Hay una contracción absoluta, forma, conceptual, entre el hecho de ser europeo y el hecho de ser pro-americano. Aquel que se diga pro-americano es enemigo de Europa, ya sea un socialdemócrata o algún bobo de la extrema-derecha.

Aquel que colabore con los americanos es un traidor a Europa

EUROPA SIN RIESGOS: IDIOTEZ

Algunos pretendidos intelectuales, a veces bienintencionados, esperan hacer una Europa por medios pacíficos, razonables. Es un sueño. La historia se hace con las convulsiones, con los combates, con el esfuerzo y el sacrificio. Una nación se hace, particularmente, contra alguna cosa, contra sus enemigos. No sólo los Estados Unidos son históricamente los enemigos de la Europa naciente sobre el plano objetivo, sino que deben serlo sobre el plano psicológico también. Una nación necesita enemigos para hacerse, para mantenerse. Vivir frente a los enemigos crea la unidad, crea la salud moral, mantiene el vigor característico. Para nosotros no es cuestión de pedir Europa, sino de tomar Europa. Objetivamente jamás ningún estado hegemónico (como los EE.UU en este momento frente a Europa) ha dado su independencia a sus vasallos; sino que estos la han tenido que conquistar. Italia se hizo contra los austriacos y contra los franceses. Europa se hará contra los americanos. Una nación se forja en el combate y se sella con la sangre. Los riesgos son grandes pero deben ser tomados. La vida es un riesgo permanente. El riesgo debe ser buscado, calculado.

Una Europa sin riesgos es una quimera desmentida por toda la experiencia de la historia.

EL ESCUDO Y EL CALENDARIO

El gran argumento de los filo-americanos vergonzosos es el del “escudo americano”.

¿Qué es el escudo?

Pálida en 1945, convalesciente en 1955, Eurioa está hoyen el plano industrial y económico en plena forma. La protección americana -contra el asalto estalinista- era indispensable en 1948, útil en 1951 (en el espíritu de la época). Hoy en día no es lo mismo. En fábricas, en dinero, en hombres, la Europa occidental no necesita a los americanos. Que se vayan entonces. Ninguna gratitud debe atarnos a ellos. Vinieron a Europa por su interés y no por el nuestro. En 1949 podíamos ser filo-americanos por hipocresía e interés. Hoy en día no.

Sólo la parte occidental de Europa es suficientemente fuerte como para poner fácilmente en pie una fuerza militar susceptible de suprimir cualquier adversario potencial. Todo es querer esta fuerza militar, y querer la unidad política de Europa. Los que dicen que no se puede estar sin los americanos no hacen nada para que se pueda.

El “escudo americano” es la coartada de los cobardes, es la coartada de los perezosos, es la coartada de los impotentes.

La hipócrita construcción americana es la siguiente: dicen, con la boca pequeña, que se irán de Europa cuando seamos lo suficientemente fuertes para defendernos solos, (lo dicen pero no lo piensan) y al mismo tiempo hacen todo lo que sea para que jamás seamos fuertes solos. Esa es la clave de esta vergonzosa mentira.

Los Estados Unidos no quieren vendernos armamento atómico o confiarnoslo en el marco de la OTAN. La OTAN es una estafa (el tiburón y la caballa – ver más arriba) porque hay aliados de primer rango (EE.UU) y aliados de segunda fila (los pequeños países europeos), los primeros teniendo derecho a la bomba y los segundos no.

Los americanos son suficientemente realistas para saber que el fin de su ocupación militar en Europa significaría, seis meses más tarde, el fin de su soberanía política. De ahí que los americanos no contemplen sinceramente su salida.

Los estadounidenses, con razón, no confían en una libre asociación de Europa con USA en un plano de igualdad. Saben que una Europa fuerte, independiente, no será aliada de los EE.UU.

Desde entonces los estadounidenses hacen todo lo posible para ser militarmente indispensables en Europa. La tesis de los colaboradores pro-americanos según la cual no podemos estar sin los americanos es hipócrita, en realidad deberian reconocer que no quieren estar sin los estadounidenses. El argumento del “escudo americano” sólo sería válido en dos condiciones formales:

Ninguno de los dos puntos es respetado, ni lo será. Iré incluso más lejos que este prudente plano. Diría incluso que es deseable que las tropas americanas salgan corriendo antes incluso de que el calendario esté establecido. Cuando Europa tenga miedo, se reforzará. Actualmente Europa es perezosamente cobarde al amparo del “escudo estadounidense”. Para acelerar la concienciación de Europa hay que desear deliberadamente un peligro. Es la necesidad, es la urgencia, es la inminencia que despertaran a Europa. Por lo tanto hay que aceptar y desear los riesgos de un pronto relevo, de un relevo peligroso. Para cimentar Europa, hará falta ponerla parcialmente en peligro. Esto no pasó desapercibido a Francia en 1792…

No se crea una nación con discursos, votos piadosos y banquetes. Se crea una nación con fusiles, con mártires, con peligros comunes. De hecho los filo-americanos son cobardes, gente que no tiene ni ganas de pelearse llegado el caso. Aceptan la humillación de la ocupación americana para no tener que pelear. Es la misma actitud que el de la burguesía francesa durante la ocupación alemana de 1942. Se creían muy listos diciendo que “los alemanes mueren en el frente ruso para proteger nuestras cajas fuertes”. Se creían muy listos pero no se veían cobardes. Otra tradición que no se ha perdido. La misma deshonrosa burguesía que se hacía proteger por el “escudo alemán” en 1942 acepta hoy con complacencia la protección del “escudo americano”. Mientras sus dividendos estén protegidos, están contentos. Ellos tienen miedo físico de la marcha de los estadounidenses, porque estarán solos: nosotros no tenemos miedo. Ese es el abismo que nos separa de la camarilla filo-yankee.

LAS SOLUCIONES GARIBALDIANAS

La unidad italiana se hizo con la ayuda de distintos factores: el idealismo y la magnífica presencia de Mazzini, la epopeya activista de Garibaldi, los cálculos de Cavour. Es un conjunto indisociable. Sobre el plano puramente militar la acción garibaldiana fue insignificante. Sobre el plano histórico fue capital, determinante. Es gracias a Garibaldi que brotó la sangre. Y cuando la sangre brotó, se creó un profundo foso entre el ocupante y el ocupado. Un foso que obligó a todos a tomar partido por o contra el ocupante. Tras las primeras muertes ya no hay lugar para los “sí pero”, los “a lo mejor”.

El fenómeno se pudo verificar en Argelia entre 1954 y 1962. En 1954 algunos argelinos podían defender aun el argumento de la ocupación francesa como “mal menor”. En 1960 ningún argelino podía hacerlo ya. El foso fue cavado por los muertos. Que haya sido artificialmente, deliberadamente, no cambia nada.

Durante la ocupación alemana los comunistas procedieron de este modo. Mataron soldados alemanes inocentes, de un disparo por la espalda. Las autoridades ocupantes cayeron en la trampa: fusilaron franceses igualmente inocentes. La maquinaria se puso en marcha. Aquello no podía terminar que con la eliminación de uno de los dos. Se podía ser expectante en 1940, pero no en 1945.

Cuando Garibaldi tuvo entre sus filas de soldados regulares a sus primeros cien muertos, Italia empezaba a sentirse obligada a terminar el asunto con cañones. Es lo que hizo.

Europa también se construirá contra sus ocupantes. Si el chantaje se hace bien, se hará sin mucha sangre o sin violencia incluso. Pero es probable que el chantaje al principio sea reforzado por “acciones garibaldianas”.

En una muy política duplicidad patriótica, como la de Garibaldi y Cavour, echaremos a los ocupantes. Un revolucionario europeo debe por lo tanto contemplar como una hipótesis de trabajo una eventual lucha armada insurreccional contra el ocupante americano. A aquel que esta hipótesis le de miedo, no es un revolucionario. Tampoco será un nacionalista europeo. Cuando se quiere el fin, se quiere los medios. Cuando queremos a Europa, queremos todos los medios para construirla.

LA EUROPA QUE DEBEREMOS CONSTRUIR NOSOTROS MISMOS

La Europa oficialista tropieza con la construcción europea, ya sea por los rancios micro-nacionalistas o por los filo-yankees. La Europa del tratado de Roma no se terminará ella sola. Debemos construir Europa, hacerla nosotros mismos. Es evidente: Europa ha sido un pretexto de los políticos para hacerse valer. Cada uno de ellos ha calculado qué podía sacar de Europa, ya sea para él como medio publicitario o para su país como ventaja económica egoísta. Cálculos con astucia, mentiras, hipocresías que sitúan a la Europa oficial en un callejón sin salida. Y está así porque sus promotores no tenían la voluntad de construirla. Como mucho lo tenían algunos, pero era un deseo vago y débil.

Es por eso que debemos nosotros mismos construir Europa. Hacerlo a través de un gran partido histórico, a través de un gran PARTIDO PATRIÓTICO NACIONAL-EUROPEO. Hará falta actuar directamente sobre los hechos, eliminar de la escena política a los políticos anti-europeos y convencer a los que dudan aun. Hoy más que nunca estoy convencido de que Europa se construirá con un partido que obligará a construir Europa, con un partido que dará una conciencia de ella misma a Europa, con un partido preparado para las tareas ideológicas o pasionales, legales o ilegales, dialécticas o violentas. Ayer hizo falta el neo-destour para construir Túnez, un Istiqlal para hacer Marruecos, un FLN para hacer Argelia como hace un siglo ha hecho falta un Risorgimento para hacer Italia.

Para parir la Europa-Nación hace falta un partido.

Por Jean Thiriart

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