jueves, 21 de enero de 2016

La estafa del salario



X. El salario

Salario es una palabra que deriva del latín “salarium”, que era el estipendio o sueldo periódico con que se retribuía su desempeño a los trabajadores romanos del norte del África, donde la sal de mesa era un producto casi inhallable. Así, pues, aquella gente prefería que se les pagase con ese producto natural, que ellos a su vez revendían después de haber retirado la cantidad estimada para su propio consumo, obteniendo beneficios extraordinarios. De allí pasó al habla cotidiana en concepto de pago total a los trabajadores.

42. ¿Qué es el salario?

Modernamente se denomina salario al pago total (“pago por todo concepto”) que se le debe al trabajador dependiente, y que se le entrega por períodos (diarios, semanales, quincenales o mensuales).

43. ¿Qué es el salariado?

Se denomina salariado al sistema capitalista y socialista por el cual se alquila el trabajo de las personas y se compra su resultado. El pago se denomina salario. Es un sistema inmoral, denunciado por los nacionalsindicalistas, por cuanto el trabajo humano no puede ser alquilado (es una forma de prostitución, aunque no involucre sexo) y la compra del fruto del trabajo a cambio de un salario que no cubre su valor (“precio vil”), es una estafa. Al obligar a la gente a tener que trabajar para otros (“empresarios”, “capitalistas”, “patrones”, “empleadores”, “dadores de trabajo” [sic], etcétera), se la mantiene dependiente de sus “fuentes de ingreso” (sic) e imposibilitada de ejercer su libertad, especialmente su libertad de elección de una forma de vida deseable; con el pago de un estipendio periódico (“salario” –aunque no tenga nada que ver con la sal a la que hace referencia) se mantiene a la gente apenas alimentada, vestida y con sus necesidades básicas cubiertas, ello en el mejor de los casos, porque el salario en el mundo es en general, más que insuficiente, miserable. Con ello sólo se garantiza un nivel de supervivencia precario, siempre pasible de empeorar por causa de la inflación o la rebaja de los salarios para preservar la “rentabilidad” (ganancia sostenida) de las empresas, o de perderse del todo por causa del despido masivo, decretado por el mismo motivo: las ganancias. El régimen del salariado actual, por más que se acostumbre señalar el “gran progreso” supuestamente logrado por los trabajadores respecto de la situación de sus antepasados de hace un siglo o más atrás, sigue siendo un sistema cuyo efecto es esencialmente similar al de la esclavitud: darle al trabajador un mínimo de dinero para que se procure los medios de paliar sus necesidades, a fin de que siga alquilando su trabajo y procurando beneficios para su empleador; y cuando ya no pueda trabajar, será reemplazado por su hijo, para cuya manutención y educación tuvo que erogar buena parte de su salario durante años –no fue el “patrón” ni ninguna “organización patronal” los que pagaron por la manutención y formación del hijo; pero el hijo irá a ocupar el lugar del padre en la “fuerza laboral”. ¡Las familias de la gran mayoría de gente dependiente, son como el “ganado” de los explotadores, que cual ganaderos, una vez que cada “cabeza” llega a estar en condiciones de ser explotada, le echan mano mandando a sus viejos padres a pastorear por lástima, o al matadero!

44. ¿Qué son el salario nominal y el salario de bolsillo?

Puesto que al salario contratado (“salario nominal”) se le efectúan al efectivizar su pago diversos descuentos (desde impuestos hasta “cargas sociales”), el neto que el trabajador realmente percibe para disponerlo personalmente, se llama “salario de bolsillo”.

45. ¿Qué se entiende por los “beneficios marginales” del salario?

Incluso un término que se puede considerar sinónimo, el sueldo –de donde deriva la voz “soldado”, esto es, militar regular retribuido con una paga periódica–, ya no es abarcativo de la total remuneración entregada al trabajador dependiente; porque el concepto de salario, más amplio, suele contemplar en muchos países, además de un sueldo básico, otros rubros como comisiones por ventas –por ejemplo– y también otros títulos que “completan” el pago, que suelen ser denominados  técnicamente “beneficios marginales”. Suelen darse como “gastos de comida”, “gastos de transporte (o “viáticos”), cobertura médica, e infinitos ramos más, según cada país. Sobre el tema de estos beneficios, hay que tener en cuenta que se los presenta como “suplementos” graciables, poco más o menos como sobresueldos que son pagados para “mejorar” la situación patrimonial de los empleados y que amablemente descuentan de sus propias ganancias los empleadores. Nada más falso. Es falso, porque toda remuneración se considera un gasto de producción o gestión de la empresa, y como sabemos, los gastos del proceso productivo van a parar a los precios de los productos. Y como el 90% o más de la producción vendida, es adquirida ordinariamente por la multitud de los trabajadores asalariados, son los mismos trabajadores quienes pagan esos estipendios extraordinarios que por otra vía recibieron. El capitalista no paga nada, ni siquiera sus propios gastos, que también van a subsumirse en los precios que arbitrariamente fija. Incluso cuando se habla de “beneficios” tales como un seguro de medicina prepaga, que ampara al núcleo familiar, se dice que de esta manera se está dando algo más al trabajador, porque también reciben el beneficio de la asistencia médica sus familiares a cargo. En base a esta afirmación, se habla de un “salario social”. De este modo, se ha más o menos establecido universalmente que la remuneración de un asalariado se compone de dos partes diferenciadas (“concepción dualista del salario”: a) la remuneración del esfuerzo individual del trabajador; y b) la “ayuda” para que el trabajador pueda hacer frente a sus obligaciones familiares y sociales. Con esta técnica se disocia el pago que la ley acuerda al dependiente, obligándolo a que acepte que una parte es para que mantenga a su familia de modo que él pueda seguir trabajando sin pausa hasta que ya no le sirva más al empresario (por viejo, y entonces lo obliga a jubilarse; o por otras causas inherentes a la “rentabilidad” de la empresa, y entonces se deshace de él mandándolo al paro). Lo reemplazarán en la nómina global de trabajadores “activos” su hijos y quizá, su esposa. Una de las ventajas que el sistema le acuerda al empresario capitalista es, pues, lavarse las manos respecto de las preocupaciones del trabajador cuando éste enfrente dificultades familiares, porque de sus problemas se irá a ocupar el “seguro” (seguro de atención médica, seguro de accidentes, seguro de incapacidad, seguro de vida); todo lo cual se le descuenta del sueldo. El otro, que no es el mismo gasto el que puede originar un trabajador solo que otro con familia a cargo, y aún un tercero con “familia numerosa” (más de dos hijos). De modo que de la masa del seguro se distribuyen los gastos conforme la cantidad de personas que participan y así, el trabajador que vive solo y carece del apoyo moral y emocional de una familia, termina subvencionando el gasto cuadruplicado, quintuplicado o mayor aún, de los trabajadores con personas a su cargo. Para el empresario, es lo mismo; para el trabajador, no. Y una vez más, la solidaridad es ejercida por los asalariados, nunca por el empleador. (Fue Proudhon, el filósofo francés señalado como “el padre del pensamiento anarquista”, quien inspiró la idea del “salario social” con su famoso apotegma: “Recibir de cada uno según su trabajo, dar a cada uno según sus necesidades”). Pero en la práctica empresaria, piratesca y avariciosa, la idea generosa del anarquista se convirtió en un negocio más. Las empresas llaman a esta parte del salario mangoneado por ellas, con los eufemismos de “cargas sociales” (a veces, “cargas parafiscales”). Pero no es más que una parte del salario debido al trabajador, que ellos lo socializan a la fuerza y así, se descargan de sus responsabilidades.   

46. ¿Qué es el salario “mínimo, vital y móvil”?

En el constante tira y afloja que caracteriza la relación “obrero-patronal” (sic) –porque, constituyendo el salariado una estafa, cuesta mucho esfuerzo mantenerlo vigente contra toda evidencia– los preclaros “representantes del pueblo”, esto es, los honorables “legisladores” instrumentos perpetuos de la dominación capitalista cualquiera fuese el gobierno que la titularice, inventaron un engendro llamado “salario mínimo”. El salario mínimo es una suma determinada por la ley, que “garantiza” a los trabajadores dependientes que ningún empleador podrá pagar menos a sus asalariados. Desde luego, nadie será tan ingenuo de creer que ese salario mínimo, realmente cubre las necesidades básicas de uno solo siquiera de los trabajadores. Sus funciones son otras. Por un lado, permite que un empresario capitalista pague lo menos posible a algunos de sus trabajadores, cuando los contrata con ánimo de emplearlos durante una breve temporada y esperando que los propios trabajadores opten por ir buscando mejores colocaciones y se vayan yendo solos, sin derecho a indemnización. Por otra parte, si el capitalista desea aumentar el salario de algunos otros de sus dependientes, aquéllos que quiere mantener en su nómina, los primeros no tendrán base jurídica para quejarse de discriminación: ellos están cobrando lo que la ley dice que es suficiente. Además, el salario mínimo suele usarse para cumplir con la indemnización por despidos; así, cuando la ley dice que se deberá pagar en tal concepto a un trabajador, por ejemplo, un salario por cada año de antigüedad, se le pagará no el que realmente cobró el último mes trabajado, sino el “salario mínimo legal”, muy inferior. Ahorro para el empleador. El eufemismo llega al bajo nivel de la burla descarnada cuando se habla de un “salario mínimo, vital y móvil”. Tal es el caso de la ley argentina de Contrato de Trabajo (texto ordenado en 1976), que lo define en su artículo 116 como:
La mejor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada,
vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”. 
Es cruel, y hasta sangrienta, desde que nunca el importe de ese salario supuestamente “vital” llegó a cubrir siquiera el 50% del costo de los insumos necesarios para una “familia tipo” (padre, madre y dos hijos); de modo que ni trabajando los dos cónyuges, la suma de sus dos salarios mínimos sería suficiente para cubrir las necesidades elementales del grupo familiar. Actualmente (2008) no cubre ni siquiera el costo del alquiler de una vivienda deficiente. ¿Esparcimiento, vacaciones, previsión? ¡Qué burla!

Por Héctor Osvaldo

Extraído por SDUI de: "Breve catecismo económico del Nacional-Sindicalismo"

No hay comentarios:

Publicar un comentario