martes, 5 de enero de 2016

Sobre la necesidad de movimientos autónomos



Seguramente lo que se vaya a decir se sabe o como mínimo intuye, como también se sabe y se repite una y otra vez los mismos temas ya manidos: que si Franco traicionó o dejó de traicionar, que si la derecha bastardeó y desvió la revolución que ahora se entiende como pendiente, que si la burguesía y las élites dominantes con las que se pacta para acceder al poder anularon cualquier intentona revolucionaria, que si José Antonio para arriba y para abajo, discusiones por banderas e indumentaria... Ritos y más ritos. Está bien honrar a los muertos pero otra cosa completamente distinta es anclarse en ello, hacer de un movimiento una funeraria. Quintanilla en el 88, a pesar de centrarse en el movimiento falangista, hizo un brillante análisis (1) que podemos extenderlo a todo el campo nacional-revolucionario (término que no es nada nuevo, quizás si en riqueza de contenidos por cuestión de tiempo, del cual las JONS y Ledesma fueron grandes exponentes). Y es que el modus vivendi se circunscribe a una vida larvaria y a fijar los cerebros en la literatura política fundacional de manera mecánica. Se podría decir que se han ido deslizando los movimientos y las mentes a una reacción defendida más que a una producción de tesis innovadoras, típicas de la juventud. Aquel Poder Joven del que se hablaba ya ni resuena ni se quiere oír más que para una retórica que ya nadie se cree, si acaso para un macarrismo recalcitrante. Un precedente serían las demandas jonsistas como la del corte según edad, mediante la cual se podría prescindir de un gran espectro, en su mayoría tóxico, que hay en los partidos (no es casual que esas medidas ya en su época molestasen a los viejos de Falange).


Si hemos sido vanguardia y también bebíamos de las vanguardias de la época, ¿qué es lo que ha pasado hoy en día? Se pudren las ansias creativas juveniles, se merman por la rutina partidista, se impone una línea de las viejas generaciones. Lo más grave de todo es que en pleno siglo XXI, con la tecnología que se tiene al alcance de un click, estemos en este fango. El boca a boca, la circulación de propaganda, el no querer etiquetarse en tal o cual cosa y crear nuevas vías, nuevos símbolos y conceptos vitalísimos. Todo eso parece que se ha perdido y sorprende porque, precisamente, tendrían que crearse mil y una trincheras desde las cuales difundir nuevos contenidos. Esto que se dice parece un secreto a voces ya que los partidos se han vuelto máquinas que devoran grandes intenciones y ambiciones, como centros en los cuales se entrase y succionasen toda la energía. Máquinas de quemar gente, en definitiva. Se busca la provocación no como destrucción y disgregación sino como oxigenación de un Área que podríamos llamar ghetto, el cual traga juventudes a manos de auténticos vejestorios, sea por rencillas entre ellos o no. Hay que ir hacia una forma superior de agitación. Quizás sea esto el antipartido, sea todo o no sea nada. Hay muchas ideas en el ambiente colectivo que no son encauzadas por las vías correctas, están subyugadas. Tenemos mucho que aprender de todo movimiento revolucionario dado desde el S. XIX hasta nuestros días, sea del color que sea. Thiriart ya vislumbró una nueva forma de organización y movilización, unas nuevas vías que podríamos rastrear en muchos sitios y que podrían no estar muy lejos del partido de nuevo tipo que propugnaba Lenin. Podemos observar los movimientos que dio lugar como Lotta di Popolo.  De Lenin, como de otros autores, habría que aprender sin tapujos y sin dogmatismos, pues tal cosa como el dogmatismo no nos caracteriza(ba), como hacían desde el FSJ con Barricada de Octubre. Justamente gracias a internet deberían proliferar fanzines o cuadernillos de formación como nunca antes.

Se demanda la creación y emergencia de una contrahegemonía cultural que no puede crearse si no es mediante asociaciones culturales, fanzines, difusión en la red de material y un gran movimiento juvenil. Quizás el ejemplo más interesante en España fuera el movimiento basista de la primera época, la de los ochenta. Si hay que reventar manifestaciones de fachas, de franquistas maquillados que lloraban la muerte de la asquerosa Duquesa de Alba y se intentan colar en todos lados (véase Grupo Patriota), y de otros parásitos sociales, se hace. No habría ni que pensarlo dos veces y mucho menos decirlo. Si se pretende granjear no sólo la amistad de la juventud si no las amplias capas de las masas populares, ¿por qué no intervenir masivamente a ayudar en los desahucios? Son ideas que pueden ser perfiladas en la práctica, incorporarse y desterrar otras. Habrá que calibrar los momentos de acción y de repliegue para no perderse en la pura acción por la acción que nos podría conducir a la barbarie.


¡MÁS BARRICADAS DE OCTUBRE!

¡MAYOR CREACIÓN DE MOVIMIENTOS AUTÓNOMOS!

¡CONTRA LOS PARTIDOS POR EL PODER JOVEN!


NOTAS:

(1) R. S. Quintanilla en Disidencias, 3, Barcelona, XI/XII-1988, pp. 15-22 (dossier central).

Fuente: Pueblo Indómito

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