domingo, 13 de marzo de 2016

El viejo ideal carlista



Fin de la Tercera Guerra Carlista

[Cánovas] Sustituyó la guerra abierta por la intriga. Ofreció a los jefes honores, empleos y hasta dinero. Se valió hasta del encanto femenino de una dama inglesa que, casada con uno de los más famosos jefes carlistas, Cabrera, logró apoderarse del ánimo ya viejo y cansado de su marido. Éste reconoció a  Don Alfonso XII y su abandono del ideal carlista causó enorme sensación. Sus amigos, los «cabreristas», fueron empleados por Cánovas como agentes para introducir en el campo de Don Carlos la desunión y el desaliento.

Sin embargo, muchos permanecieron inflexibles y leales al ideal. Y el mismo Don Carlos, al verse obligado a cruzar la frontera hacia Francia, proclamó que plegaba su bandera, pero que «jamás se prestaría a convenios deshonrosos y desleales»... Era el viejo ideal español, puro, espiritualista, el que se replegaba. Quedaban enfrente, vencedores del momento, un político dominado de ideas inglesas y un viejo jefe carlista vencido por una inglesa guapa. Era la victoria de otro mundo práctico y cómodo: de «buenas formas» y fondos peligrosos.

La llama viva

Pero no se crea por eso que había sido inútil aquella sublime terquedad del ideal carlista. Se retiraba de los campos, pero no del alma de España, donde su fuego sagrado había quedado vivo para siempre. Gracias a él hubo ya en todo momento dentro de la política y el pensamiento español un nivel de máxima altura que quedaba ahí como una aspiración no satisfecha. Gracias a él, nunca dejaron de sonar en España voces de advertencia que recordaban la Tradición y señalaban el camino verdadero.

El mismo general Martínez Campos, el que se rebeló por Don Alfonso XII, viendo las complacencias de Cánovas […], solía decir que él llevaba «tres cuartas partes de boina carlista». Desde entonces, todos los que han procurado salvar a España de la mala pendiente […], han sido hombres influidos por el ideal de la Tradición, que se quedaban cortos y a mitad de camino y por influjo del ambiente o la época. […]. El fuego sagrado, la llama ideal, estaba ahí, viva siempre. Pero a todos les faltaba el cuarto de boina de Martínez Campos.

Por José María Pemán

Extraído por SDUI de: La historia de España contada con sencillez

No hay comentarios:

Publicar un comentario