jueves, 28 de abril de 2016
Gramscismo de derechas
Elemento a destacar aquí, recabado también de la herencia de la Nueva Derecha, es lo que ha dado en denominarse como “gramscismo de derecha”. El hecho de que a la cultura se le haya dado tanta importancia en modo tal de considerarla como el punto de referencia para la determinación de las desigualdades, hace también que, de acuerdo a tal escuela, deba ser en su seno en donde se tenga que dar la batalla principal.
La lucha actual para tal corriente debe ser principalmente cultural más que política. Se considera que, más que intentar conquistar el Estado, debe conquistarse primero la sociedad, pensando aquí que la labor debe ser parecida a la que la Ilustración desarrolló durante el siglo XVIII para demoler al Antiguo Régimen. Sin la labor de la misma, manifiestan los exponentes de tal escuela, la Revolución Francesa hubiera sido imposible.
De allí la valoración, a nuestro entender sacada de contexto, que se hace de la figura de Gramsci como representando el arquetipo del combate a emprender en los tiempos actuales.
Sin embargo hay que resaltar aquí la existencia de un problema de información pues se soslaya el hecho de que, cuando Gramsci formulaba tal táctica de lucha cultural, lo hacía desde la cárcel, es decir, cuando su partido, el comunista, estaba en la ilegalidad, y él entonces, ante tal circunstancia, sugería actuar disfrazados bajo la cobertura de instituciones culturales y sociales, no dando así, en razón de una imposibilidad de hecho, la batalla política.
Este caso no es para nada el nuestro pues a nosotros la lucha política no nos está vedada en manera alguna; simplemente que no la practicamos según los cánones vigentes porque la consideramos una cosa estéril e inmoral.
Por otro lado consideramos que las circunstancias actuales no son las mismas de las que acontecían en las épocas previas a la Revolución Francesa en donde las ideas podían circular libremente si eran difundidas con eficacia. En cambio en la actualidad el embotamiento de las conciencias, operado por medios masivos de comunicación como la televisión, hace que tal libertad que existiera aun en el Antiguo Régimen haya sido prácticamente suprimida.
Por lo cual centrar el eje del combate al sistema en la lucha y el debate cultural representa algo sumamente estéril e incluso contraproducente pues, por más verdades que nosotros podamos proyectar y publicitar, el sistema cuenta con medios poderosos como para silenciarnos o hacernos pasar desapercibidos o, cuando les resulta necesario, hacernos pasibles de todos los ridículos y persecuciones imaginables.
Se soslaya el hecho de que hoy nos encontramos con una opinión pública modelada por la propaganda más que en cualquier otro tiempo y que en todo caso una acción cultural puede dar como resultado únicamente rescatar algunas individualidades escasas de esa inmensa hoguera de conciencias que es la modernidad.
Las mayorías, a pesar del esclarecimiento cultural que se intente, siempre nos permanecerán ajenas y nunca lograremos obtener trascendencia, como por otro lado no la ha obtenido en su país originario la ND en todos estos años, a pesar del gran talento que sin lugar a dudas posee el Alain de Benoist.
Digamos pues que, si comparaciones con el marxismo es lo que se quiere hacer, consideramos más apropiado para este tiempo un leninismo de derecha, antes que un gramscismo de derecha. Es decir, que estamos convencidos de que solamente a través de la conquista del Estado será posible transformar la cultura y la sociedad y no a la inversa tal como se propone.
Por Marcos Ghio
Extraído por SDUI de: Revista Elementos N°40 Gramsci
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