domingo, 24 de abril de 2016

Rescatar a Don Quijote



Triste Día del Libro, triste conmemoración del IV Centenario de la muerte de Cervantes, el Príncipe de los Ingenios. Una jornada que debiera ser de júbilo y celebración en España y a lo ancho del mundo hispano, ese que tanto le debe a las nobles letras del escritor alcalaíno. Pese a la importancia que posee Cervantes en el arte de la literatura, y más en una fecha de tal envergadura como  el cuadringentésimo aniversario de su fallecimiento, los paupérrimos homenajes que se han realizado en honor a su figura deben de hacer reflexionar a aquellos que les duelen España y su deriva actual, marcada por la miseria moral y la pobreza intelectual.

Deriva triste, pues que una fecha como esta haya sido recibida casi con tan poca alegría y solemnidad refleja una vez más que España como comunidad popular enraizada en una cultura fecunda y firme ha muerto. Cervantes es para la mayoría de los españoles un personaje propio de un pasado remoto, un escritor que no interesa y que nada puede aportar a nuestra sociedad. Una momia que algunos pretenden resucitar con falsas loas y aplausos hipócritas y despreciables. No hay nada más bochornoso que ver cómo en este día señalado muchas de estas gentes que desprecian a Cervantes han tenido la desfachatez de fotografiarse junto a su magna obra, El Quijote, para aparentar cierto interés delante de ese público que ni ha leído ni quiere leer alguna página del alcalaíno. Es el Quijote la obra alabada por todos y leído por ninguno, dato que muestra la mediocridad en la que la sociedad española se encuentra hoy. 

España sufre de parálisis mental e intelectual, tal y como señalaba agudamente Ramiro de Maeztu en 1897, y parece que no quiere librarse de tal gravísima enfermedad. La zafiedad es quien rige el Reino e impone sus normas, despreciando a aquellos que pretenden escapar del surco soez que marcan las grandes tendencias, los medios de comunicación y hasta unas instituciones públicas podridas de raíz. En un país donde cada día que pasa cierra una librería y en el que la lectura ha pasado a ser un hábito propio de viejos es natural y hasta razonable que la figura de Cervantes pase desapercibida, pues es una figura molesta si se analiza en profundidad. Un hombre que como Cervantes dedicó su vida a las letras y a la búsqueda incansable de la belleza y de la virtud, un hombre que no dudó en servir a España en la lucha contra el gigante turco y que perdió una mano en defensa de la Patria no puede ser bien acogido en una España infeliz, que reniega y escupe sobre sus raíces a la vez que se entrega a las tendencias hedonistas y consumistas imperantes en el Capitalismo Post-Modernista. Es por ello que resulta natural que en estos días se le rinda “homenaje” de forma vacua e insulsa, llegándose a recuperar las viejas difamaciones que muestran al gran Príncipe de los Ingenios como un converso, alguien ajeno a la esencia hispánica, algo que sirve claramente a intereses espurios cuyo objetivo es mermar la poca conciencia nacional que queda en España.

¿Qué podemos hacer frente a tal desolador panorama? ¿Tiene posibilidad la juventud española de rebelarse ante los males que envenenan y corroen España?  Hay un camino, ese que marcó hace décadas otro Quijote del hispanismo como fue Don Miguel de Unamuno, alma vigorosa y celebro luminoso al servicio de la Patria. Debemos de emprender la Cruzada que recupere el sepulcro de Don Quijote de las manos de los pérfidos, los cobardes, los necios y los envenenadores. Nuestro deber es imbuirnos en la esencia hispánica, armarnos con sus afilados valores y cargar contra aquellos que han secuestrado a la Patria. Arrodillarnos ante el noble sepulcro del ilustre hidalgo y lanzarnos a la lucha contra sus enemigos, desfaciendo entuertos y arrollando a todos aquellos que han convertido el solar hispano en un cortijo vulgar, pobre e infecundo. Recuperar el ser hispánico que encarnaba Don Quijote es el deber de nuestra juventud, pues como Don Miguel nos enseñó: “Allí donde está el sepulcro, allí está la cuna, allí está el nido. Y de allí volverá a surgir la estrella refulgente y sonora, camino del cielo.”

Por Dardo

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