jueves, 5 de mayo de 2016

Guerra de guerrillas



La victoria armada del pueblo cubano sobre la dictadura batistiana ha sido, 
además del triunfo épico recogido por los noticieros del mundo entero, un 
modificador de viejos dogmas sobre la conducta de las masas populares de la 
América Latina, demostrando palpablemente la capacidad del pueblo para 
liberarse de un gobierno que lo atenaza. a través de la lucha guerrillera. 

Consideramos que tres aportaciones fundamentales hizo la Revolución 
cubana a la mecánica de los movimientos revolucionarios en América, son 
ellas: 

1. Las faenas populares pueden ganar una guerra contra el ejército. 
2. No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la 
revolución; el foco insurreccional puede crearlas. 
3. En la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser 
fundamentalmente el campo

De estas tres aportaciones, las dos primeras luchan contra la actitud 
quietista de revolucionarios o seudorrevolucionarios que se refugian, y 
refugian su inactividad, en el pretexto de que contra el ejército profesional 
nada se puede hacer, y algunos otros que se sientan a esperar a que, en una 
forma mecánica, se den todas las condiciones objetivas y subjetivas necesarias, sin preocuparse de acelerarlas. Claro como resulta hoy para todo el mundo, estas dos verdades indubitables fueron antes discutidas en Cuba y probablemente sean discutidas en América también. 

Naturalmente, cuando se habla de las condiciones para la revolución no se 
puede pensar que todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las 
mismas por el foco guerrillero. Hay que considerar siempre que existe un 
mínimo de necesidades que hagan factible el establecimiento y consolidación 
del primer foco. Es decir, es necesario demostrar claramente ante el pueblo 
la imposibilidad de mantener la lucha por las reivindicaciones sociales 
dentro del plano de la contienda cívica. Precisamente, la paz es rota por las 
fuerzas opresoras que se mantienen en el poder contra el derecho 
establecido. 

En estas condiciones, el descontento popular va tomando formas y 
proyecciones cada vez más afirmativas y un estado de resistencia que 
cristaliza en un momento dado en el brote de lucha provocado inicialmente 
por la actitud de las autoridades. 

Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta 
popular, fraudulenta o no, y se mantenga al menos una apariencia de 
legalidad constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no 
haberse agotado las posibilidades de la lucha cívica. 

El tercer aporte es fundamentalmente de índole estratégica y debe ser una 
llamada de atención a quienes pretenden con criterios dogmáticos centrar la 
lucha de las masas en los movimientos de las ciudades, olvidando total-
mente la inmensa participación de la gente del campo en la vida de todos los 
países subdesarrollados de América. No es que se desprecie las luchas de 
masas obreras organizadas, simplemente se analiza con criterio realista las 
posibilidades, en las condiciones difíciles de la lucha armada, donde las 
garantías que suelen adornar nuestra constituciones están suspendidas o 
ignoradas. En estas condiciones los movimientos obreros deben hacerse 
clandestinos, sin armas, en la ilegalidad y arrostrando peligros enormes ; no 
es tan difícil la situación en campo abierto, apoyados los habitantes por la 
guerrilla armada y en lugares donde las fuerzas represivas no pueden llegar. 
Independientemente de que después hagamos un cuidadoso análisis, estas 
tres conclusiones que se desprenden de la experiencia revolucionaria cubana 
las apuntamos hoy a la cabeza de este trabajo por considerarlas nuestro 
aporte fundamental. 

La guerra de guerrillas, base de la lucha de un pueblo por redimirse, tiene 
diversas características, facetas distintas, aun cuando exista siempre la 
misma voluntad esencial de liberación. Es obvio -y los tratadistas sobre el tema lo han dicho sobradamente- que la guerra responde a una determinada serie de leyes 
científicas, y quien quiera que vaya contra ellas, irá a la derrota. La guerra de guerrillas, como fase de la misma, debe regirse por todas ellas; pero por 
su aspecto especial, tiene, además, una serie de leyes accesorias que es 
preciso seguir para llevarla hacia adelante. Es natural que las condiciones 
geográficas y sociales de cada país determinen el modo y las formas 
peculiares que adoptará la guerra de guerrillas, pero sus leyes esenciales 
tienen vigencia para cualquier lucha de este tipo. 

Encontrar las bases en que se apoya este tipo de lucha, las reglas a seguir 
por los pueblos que buscan su liberación; teorizar lo hecho, estructurar y 
generalizar esta experiencia para el aprovechamiento de otros, es nuestra 
tarea del momento. 

Lo primero que hay que establecer es quiénes son los combatientes en una 
guerra de guerrillas. De un lado tenemos el núcleo opresor y su agente, el 
ejército profesional, bien armado y disciplinado, que, en muchos casos, 
puede contar con el apoyo extranjero y el de pequeños núcleos burocráticos, 
paniaguados al servicio de ese núcleo opresor. Del otro, la población de la 
nación o región de que se trate. Es importante destacar que la lucha 
guerrillera es una lucha de masas, es una lucha de pueblo: la guerrilla, 
como núcleo armado, es la vanguardia combatiente del mismo, su gran 
fuerza radica en la masa de la población. No debe considerarse a la guerrilla 
numéricamente inferior al ejército contra el cual combate, aunque sea 
inferior su potencia de fuego. Por esto es preciso acudir a la guerra de gue-
rrillas cuando se tiene junto a sí un núcleo mayoritario y para defenderse de 
la opresión un número infinitamente menor de armas. 

El guerrillero cuenta, entonces con todo el apoyo de la población del lugar. 
Es una cualidad sine qua non. Y se ve muy claro, tomando como ejemplo 
gavillas de bandoleros que operan en una región; tienen todas las 
características del ejército guerrillero: homogeneidad, respeto al jefe, va-
lentia, conocimiento del terreno, y, muchas veces, hasta cabal apreciación de 
la táctica a emplear. Falta sólo el apoyo del pueblo; e inevitablemente estas 
gavillas son detenidas o exterminadas por la fuerza pública.. 

Analizado el modo operacional de la guerrilla, su forma de lucha y 
comprendiendo su base de masas sólo nos resta preguntar: ¿Por qué lucha 
el guerrillero? Tenemos que llegar a la conclusión inevitable de que el 
guerrillero es un reformador social, que empuña las armas respondiendo a la 
protesta airada del pueblo contra sus opresores y que lucha por cambiar el 
régimen social que mantiene a todos sus hermanos desarmados en el 
oprobio y la miseria. Se lanza contra las condiciones especiales de la 
institucionalidad de un momento dado y se dedica a romper, con todo el 
vigor que las circunstancias permitan, los moldes de esa institucionalidad. 
Cuando analicemos más a fondo la táctica de guerra de guerrillas, veremos 
que el guerrillero debe tener un conocimiento cabal del terreno que pisa, sus 
trillos de acceso y escape, posibilidades de maniobrar con rapidez, apoyo del 
pueblo, naturalmente, y lugares donde esconderse. Todo esto indica que el 
guerrillero ejercerá su acción en lugares agrestes y poco poblados, y en estos 
parajes, la lucha del pueblo por sus reivindicaciones se sitúa preferentemente y, hasta casi exclusivamente, en el plano del cambio de la composición social de la tenencia de la tierra, es decir, el guerrillero es, antetodo un revolucionario agrario. Interpreta los deseos de la gran masa campesina de ser dueña de la tierra, dueña de sus medios de producción, de sus animales, de todo aquello que ha anhelado durante años, de lo que constituye su vida y constituirá también su cementerio.

Por Ernesto "Che" Guevara

Extraído por SDUI de: Guerra de guerrillas

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